29 marzo 2010

Arturo Rodríguez García: El Ejército sin control y sin ley




MONTERREY, NL.- El rector del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), Rafael Rangel Sostmann, considera que el Ejército está en las calles sin control y sin ley, con soldados mal educados y sin criterio y que difícilmente pueden enfrentar al narcotráfico sin afectar a la población civil.

Dicha evaluación, complementada con la advertencia de que la sociedad tiene que participar en la solución de los problemas de la seguridad y la justicia, se produce a raíz del homicidio de dos estudiantes el 19 de marzo.

Ese día, alrededor de la una de la madrugada, un convoy del Ejército se enfrentó a tiros con un grupo de hombres armados en las inmediaciones del campus matriz del ITESM, ubicado en el centro de esta ciudad.

Durante varias horas, los nutridos disparos de grueso calibre y la detonación de granadas sembraron el terror en el campus del ITESM, donde aún había alumnos y maestros trabajando, así como numerosos internos que descansaban.

El sector, rodeado de edificios habitados principalmente por estudiantes, se mantuvo sometido a una fuerte tensión, con alumnos que se refugiaban en la biblioteca, en las aulas y hasta en túneles que interconectan el campus del instituto.

El parte informativo rendido por la mañana señaló que, además de asegurar armas y una camioneta blindada, en el lugar murieron dos personas abatidas por las balas.

No fue sino hasta el sábado al mediodía cuando se supo que los muertos eran Jorge Antonio Mercado Alonso y Francisco Javier Arredondo Verdugo, dos estudiantes de posgrado, de alto rendimiento académico, quienes, egresados del Instituto Tecnológico de Saltillo, se hallaban becados en el ITESM.

El rector Rangel Sostmann se convirtió entonces en la principal fuente de información y, a lo largo de la semana, dio pormenores de lo ocurrido “en defensa de los alumnos”, ya que algunas versiones periodísticas, con fuentes policiacas y militares sin identificar, los habían calificado de “sicarios”.

“Yo no soy rector-ministerio público, pero parece que lo soy. Me ha tocado dar a conocer información que deberían proporcionar las autoridades”, dice el rector en entrevista con Proceso, conmovido por los sucesos.

“Parece guerra”

Además de que se pretendió hacer pasar a los dos estudiantes como sicarios, un reporte militar al que tuvo acceso el rector Rangel Sostmann establecía que ambos estaban armados, y, por si fuera poco, la madre de Jorge Antonio, Rosa Elvia Alonso, cree que a éste lo torturaron.

El sábado 20 de marzo, la señora Alonso fue a identificar el cuerpo de Jorge Antonio, pero no de manera directa, sino mediante fotografías mostradas en computadora. Afirma que no fue fácil reconocerlo por la gravedad de las heridas que tenía en el rostro, que ni el maquillaje funerario disfrazaba.

Y es que, dice la señora Alonso, el rostro del único hijo que tenía quedó desfigurado “como si lo hubieran arrastrado”. Coincidentemente, en la zona donde se produjo el tiroteo la banqueta quedó con un rastro de sangre que se extendió a lo largo de varios metros.

Para el rector Rangel Sostmann, los abusos, la inseguridad y la falta de control se extiende a todo el país.

“Yo, Rafael Rangel, sostengo que, por pura ley de probabilidades, debe haber muchas víctimas en el país que están sufriendo lo mismo que nuestros estudiantes. Los defendimos, pero el problema es que hay muchos a quienes no los defienden y sus crímenes quedan impunes, con un carpetazo, sin la menor investigación.

“No hay ley. Con los soldados, estamos a lo que dice el presidente, y los soldados toman decisiones a su criterio. Eso está mal. Así que no tengo a quién reclamar, a quién exigir nada, a quién demandar ni a quién protestarle, porque, para empezar, no hay marcos legales.”

Las injusticias, continúa, se están cometiendo diariamente en todo el país, donde los crímenes son olvidados y los muertos borrados o calificados de sicarios cuando no lo son.

“Hay que acotar al Ejército, porque no es una policía urbana, no puede andar de ministerial revolviendo casos. Luego hay que fortalecer a las policías, y eso le toca al señor gobernador, que no se haga tonto”, sentencia.

Al respecto, manifiesta que los gobernadores buscan salir en la foto antes que resolver problemas; los legisladores debaten en función de su interés personal y de partido, pero no del interés público. Y el gobierno federal opta por dar cuanto antes carpetazo a los crímenes.

Respecto a la política de Felipe Calderón en materia de seguridad, puntualiza: “Es una política difícil, y viene de Estados Unidos. Además, ellos (los estadunidenses) también mandan las armas y el dinero; nosotros ponemos los muertos y la droga. Está llegando dinero por toneladas, armas de alto poder, y esa es una responsabilidad muy seria de Estados Unidos.

“Así que, por más leyes y acciones que emprendamos, esto va a seguir y va a crecer. El problema empieza con la política estadunidense. Eso es toral. El Ejecutivo tiene que exigir un freno, porque aquí, en las calles, hay granadas, armas enormes… Pareciera que estamos en una guerra, y todo eso viene de allá. La solución debe ser bilateral.”

Luego, expresa su decepción de la política mexicana:

“Mientras las armas circulan y afectan a la población, ellos (los políticos) andan en la televisión. No se pueden sentar ni tres días para encontrar soluciones a cuestiones concretas o acordar una pendejada. Y se andan echando culpas…”

Riesgo de grupos paramilitares

Avergonzado aún por haber creído “tontamente” en los informes que el Ejército proporcionó a la Procuraduría de Justicia de Nuevo León, donde se afirmaba que no había estudiantes afectados, el rector subraya que el Ejército “se está pasando en sus funciones” y debe ser acotado ya porque puede darse un retroceso democrático.

“Hay quienes inclusive sugieren la integración de grupos paramilitares. Eso es una estupidez, vamos a acabar con toda la sociedad, porque cada quien va a hacerse justicia en virtud de que el Estado no la garantiza. Así se va a acabar con el país.

“Nos saldríamos del estado de derecho, mal aplicado, mal hecho y todo, pero es algo, y ahora parece que nos dirigimos a salirnos completamente. Mientras tanto, el crimen organizado se está riendo de nosotros.”

A pregunta expresa, rechaza que el medio empresarial, tan vinculado al ITESM, esté proponiendo la paramilitarización, pero sostiene que es una tendencia muy extendida en la sociedad debido al miedo y a la injusticia que imperan.

Las muertes de Mercado Alonso y Arredondo Verdugo, dice, son la expresión más reciente de la incertidumbre que prevalece en el país.

“Hay incertidumbre total. Hay secuestros, extorsiones, de todo. Esto es generalizado. En algunos lugares más que en otros (…), pero creo que es un sentir de inseguridad total en los campus del Tec y en la sociedad.”

Agrega que la violencia de los cuerpos de seguridad está provocando mayor violencia por parte de la población.

“(El Ejército y las autoridades) están haciendo cosas ilegales; entran al combate al narcotráfico pero haciendo cosas ilegales. Lo ilegal del Estado valida que los ciudadanos actúen en la ilegalidad.

“¿Cómo explicar el caso de los estudiantes a los que les quitaron la identidad, los quisieron esconder, los llamaron sicarios, les endilgaron portación de armas, y ahora nadie es responsable?”, pregunta.

“Propuestas, no protestas”

El 22 de marzo, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, se reunió con el rector del ITESM. Un día después, el martes 23, durante un homenaje póstumo a los estudiantes, realizado en el campus universitario, la esposa de Felipe Calderón, Margarita Zavala, acudió a dar el pésame a los familiares de los alumnos acribillados.

El acto se realizó en la explanada de Las Carreras, donde se ubica la estatua de Eugenio Garza Sada, fundador del ITESM y patriarca empresarial abatido a tiros durante un intento de secuestro el 17 de septiembre de 1973.

Rangel Sostmann se refirió en su discurso a la muerte de Garza Sada, pero a diferencia de los reclamos que en aquel tiempo hizo la élite empresarial y académica al presidente Luis Echeverría Álvarez, esta vez el rector dijo que no era tiempo de protestar ni de echar culpas.

–¿No va a protestar? –se le pregunta durante la entrevista.

–Salir a las calles y desquiciar el tráfico no ayuda a nadie, hay que proponer –dice.

–¿Y la justicia?

–No hay objetivo en una marcha, pues después de hacerla todo mundo vuelve a su casa, se quita el listón negro, y todo queda igual.

–¿Cambió su posición luego de ver a Gómez Mont y a Margarita Zavala?

–¡Qué va a cambiar! Lo que pasa es que de nada sirve andar echando culpas sin que se resuelvan los problemas.

–En esencia, se paga a los gobernantes para eso…

–Sí, esa es la lógica, pero no funciona, y no me malentienda. No nos vamos a quedar en que el gobierno no resolvió esto y nos llevó el tren.

“Ellos tienen que tomar decisiones. Yo pienso que a lo mejor no están conscientes de lo que está pasando, no lo quieren aceptar, o no sé, pero lo que sí tengo claro es que nos toca a nosotros proponer.”

Desde el lunes 22 de marzo, Rangel Sostmann empezó a pedir propuestas, hasta que, el miércoles 24, a través de un enlace vía satélite con todos los campus del ITESM, formalizó una convocatoria para integrar una agenda por la seguridad, coordinada por la Escuela de Graduados en Administración Pública del instituto. Esto, porque, insistió, el caso de los estudiantes acribillados no va a quedar en el olvido ni en una marcha.

Pese a los llamados del rector del Tec a no protestar públicamente en las calles de la capital regia, personal de la EGAP participó en una manifestación ciudadana organizada el día 24 en la explanada de los Héroes, frente al Palacio de Gobierno estatal.

Por medio de un comunicado, la mayoría de los investigadores de dicho plantel exigieron el esclarecimiento de las muertes de los dos estudiantes y llamaron a las autoridades a revisar su estrategia de combate a la delincuencia, a reivindicar la dignidad de quienes, siendo inocentes, son identificados como “delincuentes”, así como a sancionar a todo aquel que atente contra las garantías constitucionales.

“La muerte de don Eugenio (Garza Sada) levantó conciencias. Yo espero que estas muertes levanten conciencias y que como sociedad veamos cómo nos vamos a unir. Suena muy retórico, muy idealista, pero si esta es una guerra, no puede andar cada quien por su lado. A lo mejor no es toda la solución, pero será algo”, expresa.

En casi todas sus intervenciones públicas, el rector se refiere a la falta de oportunidades para los jóvenes, lo cual ha derivado en el surgimiento de la que llama “generación ni-ni” (ni estudia-ni trabaja).

Y en la entrevista señala: “Veo con tristeza que el problema de la educación en México está llevando a un cambio alarmante en los paradigmas, especialmente cuando no hay acceso al sistema educativo. Lo veo y escucho en rancherías, comunidades y ciudades importantes. La falta de oportunidades puede acabar con el país”.

Ante una “guerra” que está afectando indiscutiblemente a jóvenes y niños, lamenta que los mexicanos esperemos a “que los soldados tomen decisiones… ¡Por favor! Tenemos un problema con la educación de esas personas. Andan en la parte urbana, no entienden a la sociedad, pero andan con armas de alto poder.

“Con los policías es lo mismo. No tienen vivienda, no tienen futuro estable. La tentación (de corromperse) va a continuar. Así está todo.”

Por eso hace un llamado a la unidad en aras de construir una agenda por la seguridad, antes que tomar las calles.

“Sí exigimos el esclarecimiento de las muertes, pero no nos vamos a quedar en una marcha. El verdadero enemigo es el narco, no las instituciones. En lugar de fortalecerlas, las estaríamos debilitando. El crimen quiere eso, para acabar de tomar el control. Es momento de dejar el discurso, dejar el rollo, sentarnos a ver cómo vamos a defender esta guerra.

“Eso sí –concluye–, tenemos que estar unidos porque si no, nos va a llevar el tren.”

Luciano Campos Garza: Civiles o sicarios, da igual...


Monterrey— Organizaciones defensoras de los derechos humanos, el rector del Tec de Monterrey y familiares de las personas muertas en el fuego cruzado entre elementos de las Fuerzas Armadas y la delincuencia organizada exigen que los responsables de estos asesinatos sean llevados ante la justicia.
En Nuevo León hay por lo menos cinco de esos casos documentados. Ante los reproches por los daños “colaterales” en los enfrentamientos, el comandante de la cuarta región militar, general Guillermo Moreno Serrano, declaró al periódico El Norte que el Ejército no ha cometido homicidios: “Seríamos una horda de salvajes, por eso tenemos disciplina, entrenamiento, adiestramiento, leyes y un código militar. No somos asesinos”.
En Anáhuac, municipio ubicado en el extremo norte de Nuevo León, el miércoles 3 se enfrentaron a balazos miembros de la delincuencia organizada y el Ejército. La Secretaría de la Defensa Nacional señala que “hubo ocho delincuentes muertos”.
Se explica que durante el enfrentamiento un auto de los agresores chocó con un vehículo militar, momento que aprovecharon los delincuentes para sacar a cuatro de sus muertos, subirlos a otra camioneta y darse a la fuga. “En el lugar de los hechos perdió la vida un elemento de tropa y uno más resultó herido, mismo que durante su traslado para su atención médica lamentablemente murió”.
No se aclaró oficialmente la identidad de los civiles muertos. Sin embargo, en fotografías que tiene la organización Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, A.C. (CADHAC) se aprecia a varios de éstos tirados y con armas de fuego en las manos. Sin embargo, entre ellos han sido reconocidos los esposos Juan Carlos Peña Chavarría y Rocío Romely Elías Garza, ambos de 29 años.
Sus familiares presentaron el jueves 11, ante la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León, una denuncia en contra de miembros del Ejército Mexicano y “quienes resulten responsables” de los asesinatos (averiguación previa 580/10).
A las 12:20 horas del miércoles 3 –refieren en su demanda– escucharon detonaciones que se prolongaron durante 10 minutos. Fueron a la casa de la pareja y preguntaron por ella, pero fue hasta las 19:30 cuando se enteraron en la televisión de una balacera entre sicarios y militares. Se dijo que en el lugar murió una delincuente conocida como La Gata.
Poco después llegó el alcalde Santos Javier Garza García para notificarle a un hermano de Rocío: “Es muy duro, pero les tocó. Hubo dos bajas aquí, y son tu hermana y tu cuñado”. Dejaron huérfanas a dos niñas.
En entrevista, el hermano de Rocío Elías señala que unos testigos le comentaron que los esposos habían salido a comer y subieron al coche, que estaba estacionado en la calle: “Salieron de la recepción (de Delphi) y al minuto empezó la balacera. Iban por el carro y la balacera los agarró dentro del carro. Ya al último se asustaron y mi hermana se bajó corriendo.
“Lo que sé es que se bajó mi cuñado y lo hirieron en el tórax. Estaba tirado pidiendo auxilio, una ambulancia. Mi hermana también estaba gritando.
“Un testigo dice que mi cuñado estaba tirado boca abajo y que llegó un militar por atrás y le dijo: ‘Cómo ambulancia, hijo de tu pinche madre’, y le dio el tiro de gracia por atrás, en la nuca. Ya estaba todo calmado. Ya no había sicarios.
“Mi hermana seguía pidiendo auxilio. Quería huir, salvarse y los militares la balacearon toda, desde la espalda hasta la cabeza.
La empresa Delphi, planta Anáhuac, expidió dos cartas fechadas el miércoles 17, donde hace constar que Rocío Romely y Juan Carlos eran sus empleados. Los califica de personas serias, responsables y dedicados.
Varios testimonios coinciden: fue un crimen. “Chío, les gritó auxilio, pidió auxilio, levantó las manos y el soldado le disparó”. Hubo disparos a la cabeza sin justificación alguna, señalan.
El hermano de Rocío dice que los cadáveres les fueron entregados desnudos en el Hospital Universitario. Su padre tuvo que someterse a una muestra de sangre para comparar su ADN con el de la fallecida para reclamar el cuerpo, ya que el rostro era irreconocible.
Hasta el jueves 25 los familiares no habían recuperado las pertenencias de los fallecidos. No saben quién se quedó con sus identificaciones oficiales.

Miguel Sabido: Dirigir en Juárez




Se sienta junto a mí en el avión y ya desde antes de salir no deja de observar con los ojos redondos a un muchacho que está en el otro extremo de la fila.
–¿Usted cree que ese muchacho es un narco, señor? –me dice en un suspiro entrecortado. Trato de sonreír para tranquilizarla. La verdad es que no se cómo se puede saber si alguien es narco o no.
–Yo vine al de efe porque estoy viendo si me puedo venir a vivir con mi hermana en Puebla… porque la verdad en Juárez… –se detiene verdaderamente angustiada: es una mujer de 69 años, quizá. Asustada. Muy asustada.
La azafata me ofrece periódicos de Ciudad Juárez. Tomo uno. Se llama HOY. En la sección de Patrullaje leo en la cabeza:
“Cae menor homicida… había atacado a balazos a dos hombres en la colonia Revolución Mexicana… uno de ellos falleció… el sicario tiene 16 años.”
Y abajo:
“Ejecutan a un minusválido… la tarde de ayer un paralítico fue asesinado en su silla de ruedas… fue victimado de cinco balazos en el Valle de Juárez en plena plaza municipal. Por su incapacidad pedía limosna en la vía pública.”
Y abajo:
“Linchan a uno en la colonia México 68.”
Y abajo:
“Capturan a extorsionadores… tres presuntos integrantes del cártel de Juárez que se dedicaban a cobrar cuotas de ‘derecho de piso’ a vendedores de autopartes fueron detenidos.”
Y abajo:
“Un lavacarros de 23 años fue asesinado en la colonia Independencia II con cinco impactos de bala.”
Y abajo:
“Entran tres hombres a casa particular y balacean a dos mujeres solas. Una de ellas tenía una niña de tres años en brazos. Las dos muertas. La niña moribunda.”
En la misma página. Sin un solo adjetivo. Datos.


Antes de salir de México, tres amigos me dijeron:
–¿Estás loco? ¿A qué vas a Ciudad Juárez cuando todo el mundo está huyendo?
–Voy a dar un taller de actuación tonal con Raúl Valles, el director del notable grupo chihuahuense Necrotono. Daremos uno en Juárez, otro en Chihuahua, con la esperanza de encontrar seis u ocho actores adecuados para la puesta del espectáculo de Raúl, Santuario. Será para el Festival Cultural de Chihuahua y, posiblemente, vaya al Cervantino. Me gusta trabajar con directores jóvenes. Él tiene 28 años, así que juntos completamos un siglo.
Nadie se ríe de mi chiste.


Al llegar pido que me lleven a la famosa zona del “centro”, a la bajada del Puente Internacional. Allí donde está el Noa Noa que Juan Gabriel describió como el paraíso perdido.
Los muchachos del Instituto de Cultura me miran nerviosamente.


Cuando veo las ruinas –y estamos en pleno mediodía con el sol resplandeciente de Juárez cayendo implacable– se me cierra la garganta: los enormes cabaretes y los escandalosos burdeles al pie del puente internacional que recibían cada viernes y sábado al incesante torrente de estadunidenses que entraban a México –por supuesto sin visa– gritando rítmicamente ¿where is the grass?, ¿where the grass?; la multitud de prostitutas de 12 a 70 años que se les colgaban de las t shirts; las “vestidas” norteñas grandotas y escandalosas, retándolos; sus padrotes vigilándolas severamente; los vendedores de mariguana que abiertamente la cambiaban por dólares en plena calle; los estridentes cabaretes, el Noa Noa, los clubes gays con sus banderas de arco iris; las adolescentes rubias que se arrancaban el brasier al entrar en los bares… todo está bombardeado. ¿Cómo? Sí: bombardeado con bazucas, como en la Franja de Gaza: Los pedazos de pared semiderruida y cacariza por los impactos de los cuernos de chivo dejan ver los “murales” fosforescentes que intentaban ser obscenos y que ahora resultan absurdos y patéticos.
En medio de mi estupor, oigo la voz de Carlos: “Maestro Sabido, por favor… vámonos… vámonos. Estar aquí puede ser peligroso”.
Veo el sol restallante de Juárez sobre las ruinas bombardeadas.


En las paredes han colocado cuidadosamente las láminas del cuerpo humano con el que doy mi taller de actuación tonal: la del sistema óseo que sostiene la obra milagrosa del cuerpo del actor, que es el único instrumento real de que dispone para comunicarse con el prójimo, el próximo que es el público; la de los huesos del cráneo, donde la maravilla de la voz adquiere sonoridades sobrehumanas; la del sistema nervioso; la de los tres cerebros que nos conducen por la vida.
La sala de ensayos es grande y luminosa, y el Centro Cultural Paso del Norte deslumbrantemente bello y moderno.
Yo empiezo: hablo del cuerpo humano, de los resonadores de la cabeza, de la importancia de la espina dorsal, de la infinita delicadeza de nuestro cuerpo. Cuando voy a decirles: “consideren su cuerpo como un templo y respétenlo; el respeto al cuerpo humano es la gran lección de Stanislavsky y Grotowsky y Barba y Távora…”, me asalta el recuerdo: “Balean a un paralítico que pide limosna”, “…la niña está moribunda”.
Los veo sentados en el suelo, mientras voy de lámina en lámina: Alejandra, Irma, Ileana, Abraham, Sandra –con su estilizadísimo rostro que me recuerda a Greta Garbo–, Valta, Carlos Alberto… todos absortos, hojeando con reverencia los libros que les llevo. Doy por terminada mi intervención de manera abrupta. Salgo a tomar aire en la soberbia fachada del teatro Víctor Hugo Rascón Banda. Discretamente se acerca uno de ellos.
–Maestro… ¿Por qué no se mete mejor a la librería? Afuera está haciendo mucho aire frío.
–¿También aquí ha habido balaceras?
Se me queda viendo con unos ojos infinitamente tristes.


Raúl inicia su taller. Es estupendo. Partió de las concepciones de Grotowsky, pero en la actualidad ha desarrollado una técnica propia, minuciosa e infinitamente sabia. Nos complementamos muy bien. Yo hablo abstractamente de los nodos de energía dentro del cuerpo del actor y él pone sus ejercicios que, de repente, hacen que los actores la descubran dentro de cada uno de ellos.
Son más de dos horas en las que corren por el salón, se detienen, van liberando su energía mientras Raúl los conduce suavemente.
Al terminar siento el impulso de aplaudir. Aplaudir a su juventud, a su entusiasmo, a su entrega.
Uno de ellos (omito el nombre intencionalmente) trae una camiseta que me llama la atención desde el primer momento. Dice “Amar a Juárez”, tiene una V de la victoria y un corazón.
Sigo la camiseta todo el tiempo. Le tomo una foto. Les tomo muchas fotos. Quiero documentar todo el proceso. Necrotono es uno de los fenómenos más interesantes en la historia del teatro mexicano, y Raúl, amén de un magnífico director, un maestro riguroso y sin concesiones.
Al terminar siento el impulso de aplaudir. Todos lo sienten.


En el comedor del hotel, Raúl y yo nos ponemos de acuerdo a la hora de la cena: él hará la estructura del espectáculo partiendo de los actores. (Ese es mi procedimiento favorito, y gracias a él mis obras han logrado actuaciones memorables como las de María Douglas en María egipciaca, Alma Muriel en Falsa crónica de Juana la loca, Jacqueline Andere en Carlota emperatriz.) Yo haré el diseño del ámbito escénico y dirigiré a un segundo grupo de actores, “Los enemigos”. Discutimos acerca de la utilidad y utilización de los enormes teatros del norte de la República: en Monterrey, 2 mil localidades; en Reynosa, mil 600; en Laredo, mil 800; en Tampico, mil 400; en Juárez, mil 600; en Chihuahua, en Camargo, en Delicias, en Culiacán, en Torreón, en Saltillo, en Matamoros. Teatros gigantescos, ciclópeos.
De repente, y sin motivo aparente, me pregunta: “¿Por qué no figura usted en las antologías del teatro mexicano del siglo XX?”. Es verdad: ni Armando Partida ni Fernando de Ita ni ninguno de los antólogos ha incluido jamás a Juana la loca o María Egipciaca o Carlota o La pastorela del ermitaño en sus antologías, y todas ganaron premios y se han puesto en La mamma, en Nueva York y en Cuba y Los Ángeles y España. Y el público las mantuvo en escena sin subsidios durante cientos de representaciones.
Me empiezo a reír: “La verdad, no sé. Supongo que allá está muy fuerte la grilla cultural y yo nunca he sabido jugarla”.
Contesta suavemente:
“Allá la grilla. Acá la guerra.”
El tono cambia. Nos envuelve un pesadísimo silencio.
La guerra: ¿Entre quién y quién?


Mi cuarto está en el sexto piso. Aprieto el botón del lobby; la puerta se empieza a cerrar cuando, de repente, la amenazadora culata de un cuerno de chivo la detiene. Se vuelve a abrir. Tres mujeres con un tono de violencia y salvajismo aterrador entran con las ametralladoras en las manos. Pregunto alarmado: “Perdón… ¿pasa algo en el hotel?”.
La menos hosca va a contestar cuando la primera, viéndome con una mirada fría de serpiente, casi escupe: “Nada. ¡Y tú, cállate, pendeja!”.
Leo en la espalda de los oscuros uniformes “Policía Federal”.
En el lobby hay una típica reunión de vendedoras de belleza. Su agudo parloteo va disminuyendo según las tres policías atraviesan el grupo. Al terminar de cruzar, solamente hay un silencio enorme.


Mientras algunos se cambian, les pregunto por primera vez:
“¿Qué está pasando?”.
Se miran unos a otros. Dan las muy diferentes versiones: las bandas quieren distribuidores de menudeo. Primero enganchan chavitos de 12 años, les meten cosas, les enseñan a asesinar –por eso graban los asesinatos de las mujeres, para probar que lo hicieron y que son muy hombres–, y luego ya los usan como quieren; si no, no les dan la droga. Y ellos se siguen matando gente por su lado.
“¿Supo usted de una fiesta donde mataron a 17 batos, no? Pues agarraron a uno de los sicarios, que tiene 17 años, y le preguntaron por qué lo habían hecho. ‘Es que teníamos que amonestar a uno de los que estaban ahí porque no había pagado la cuota’. ‘¿Y los otros?’.
“‘Bueno… pues ya estábamos ahí… de una vez, ¿no?’”
Una de las muchachas mira por la ventana. Susurra: “El diablo está suelto”.


Antes de empezar el segundo día del taller les expreso: “Quiero decirles que estoy muy orgulloso y me siento muy honrado de haber venido a trabajar con ustedes. En las circunstancias en las que está la ciudad, que un grupo de jóvenes quiera seguir evolucionando como actores y actrices, lograr un espectáculo digno, seguir trabajando arduamente sin saber todavía si formarán parte de la obra o no, es muy admirable. Los felicito”.
Se miran tímidos y sonriendo.
Al terminar me despido con un abrazo a cada uno. Uno de ellos, el de la camiseta (omito el nombre a propósito), me la entrega lavada y planchada.
–¿Quiere que le regale mi camiseta de que yo amo a Juárez?
–No, gracias –respondo–, quiero que la uses todos los días…
De repente sus ojos adolescentes se llenan de furia.–Yo nací aquí, maestro. ¿Por qué esos cabrones me van a robar mi ciudad? ¿Por qué me la van a robar?

23 marzo 2010

Miguel Ángel Granados Chapa: Tirar al bulto

Estrategia: tirar al bulto
Por: MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA
PLAZA PÚBLICA
Un general con mando de tropas explicó así a un importante político norteño la estrategia del Ejército contra los narcotraficantes: "Salimos a las calles y donde los encontramos, los matamos". Tal simpleza explica la cantidad de bajas que causan las intervenciones militares. Suele haber más muertos que detenidos. Pero entre las víctimas no sólo hay delincuentes sino también personas ajenas a la batalla que con tan elemental lógica despliega la fuerza militar.

El comunicado de la Secretaría de Gobernación (¿por qué no de la Defensa?, ¿ por qué no de Seguridad pública?, ¿por qué no de la PGR?, ¿por qué de Bucareli, que carece de competencia en esa materia?) describe el trayecto de los efectivos castrenses que participaron en la balacera en que resultaron muertos dos estudiantes de posgrado de ingeniería del Tecnológico de Monterrey:

"El cuartel general de la 7ª. zona militar recibió una denuncia ciudadana alertando que en el bar Valentona se encontraban individuos armados. De inmediato el personal militar se trasladó a dicho lugar". ¿Así nada más, sin recabar información adicional que corroborara la denuncia anónima? ¿Sin coordinar la acción con autoridades locales, sin siquiera notificarles ya no que se dirigían al lugar sino del motivo del hecho, la denuncia del grupo armado presente en esa cantina? ¿Sin considerar los riesgos de una trampa?

Cuando el personal militar iba en camino, "una camioneta se emparejó y, al realizar una maniobra peligrosa, fue seguida por la unidad militar". Tal desvío de su destino previsto, ¿significó que el grupo armado en la Valentona permaneciera allí o se marchara sin problema? ¿Eran los mismos los integrantes de dicho grupo y los que distrajeron la atención de los militares que en vez de seguir hacia donde el telefonema los llamaba siguieron a un vehículo por hacer "una maniobra peligrosa?

Trocar su rumbo fue erróneo, significó caer en la probable trampa tendida a los militares pues "momentos después, ya sobre la avenida Eugenio Garza Sada, la camioneta comenzó a abrir fuego", ante lo cual "los efectivos militares repelieron la agresión en las inmediaciones del Tec de Monterrey". De pronto, "el vehículo de los agresores se detuvo, parte de los delincuentes huyeron rumbo a la entrada de esa institución educativa y los restantes al crucero de las avenidas Garza Sada sur y Luis Elizondo, donde varios de ellos fueron recogidos por una patrulla tipo pick-up, aparentemente de la Policía local, ¿la cual se dio a la fuga?

Al día siguiente el gobernador Rodrigo Medina admitió que agentes estatales y municipales han sido cooptados por la delincuencia, y el domingo informó que 81 miembros de esas corporaciones fueron dados de baja, pero al parecer sólo cuatro fueron consignados al Ministerio Público. El motivo del cese y la consignación fue la participación de los involucrados en los bloqueos de calles con vehículos robados, que impidieron la circulación de personal militar y generaron caos vial en la capital de Nuevo León. Pero nada se dice del auxilio presuntamente prestado a los atacantes de la unidad militar que iba a la Valentona.

"Simultáneamente a esos hechos -continúa Gobernación- arribaron más camionetas con agresores que comenzaron a atacar desde diversos puntos con granadas y armas de fuego al personal militar. Esta situación propició que los efectivos militares buscaran nuevos lugares de protección y desde donde contraatacar a los agresores, en tanto llegaran refuerzos al lugar de los hechos...Una vez controlada la situación arribó al lugar del enfrentamiento el AMPFC (Agente del Ministerio Público Federal), personal de peritos en balística, y del Semefo (Servicio Médico Forense) para recabar evidencias, levantar los cuerpos y dar fe de los hechos".

¿Levantar los cuerpos? ¿Cuáles cuerpos? En las líneas anteriores, ni en las posteriores se describe los resultados de la escaramuza. En la explicación oficial no hay un solo dato sobre el momento y la forma en que cayeron Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo. Se informa, en cambio, que "durante el enfrentamiento resultó herido un elemento militar, mismo que fue trasladado de inmediato para su atención médica, encontrándose estable".

Ni Gobernación, ni la Defensa, ni el Gobierno Estatal o el Municipal se refieren en momento alguno a la tercera víctima del enfrentamiento en que murieron los graduados del Tec. Se trata de una señora que viajaba con su marido en un automóvil donde llevaban un pastel a casa, tal vez a una celebración que ya no pudo ocurrir. "El hombre narró que fue imposible evadir el tiroteo" (Reforma, 21 de marzo).

Los Pinos expidió un comunicado donde se presentan las condolencias presidenciales por la muerte de los jóvenes Mercado Alonso y Arredondo Verdugo. Además de la muerte, las víctimas habían sido presentadas como sicarios, en una calificación de la que nadie quiere hacerse responsable. La Sedena informó el propio día 19 que en los hechos habían perecido dos personas cuya identidad se desconocía. El procurador Alejandro Garza Garza dijo que se limitó a reiterar que no se había identificado a las víctimas. Y sin embargo, los jóvenes sacrificados llevaban consigo sus credenciales del Tecnológico. Ante los informes oficiales, la propia institución aseguró el viernes por la noche que nadie perteneciente a la misma había estado involucrado en la acción.

Menos mal que a la señora muerta, la tercera víctima, no la inmiscuyeron en el narcotráfico.

12 marzo 2010

José Cárdenas: Luzbel y Maciel

Tenía encanto para seducir y furia para atormentar

“¿Qué quieres que te diga de Marcial Maciel?, era un personaje extraordinario; con vicios privados y virtudes públicas; era de una dimensión genial, en el sentido etimológico; una persona extraordinaria; fuente inagotable de talento y energía. Haría falta Dostoievski para narrar su biografía”. Así abrió una entrevista el historiador Jean Meyer. Escribo el resto.

Maciel tenía encanto para seducir y furia para atormentar; encarnaba al cielo y al infierno. Tenía una personalidad esquizofrénica; doctor Jekyll y mister Hyde. Era dos arcángeles: la luz de Miguel y la oscuridad de Luzbel.

Arturo Jurado, Juan José Vaca y José Barba, (víctimas en el nombre del padre) cuentan que luego de fornicar como demonio, oficiaba misa como un santo. Recuerdan que sólo verlo invitaba a creer en él y en Dios. En ese orden.

Maciel, venerado fundador de la Legión de Cristo y el Movimiento Regnum Christi, ingresó al seminario de Montezuma, Nuevo México (que salvó al sacerdocio mexicano en tiempos aciagos); pronto lo expulsaron por sodomita. Se cubrió con la sotana del tío, Rafael Guízar y Valencia, obispo de Veracruz; el prelado lo corrió por sus fechorías.

El intrépido Maciel consiguió el auspicio del papa Pío XII; creó una congregación de derecha para contrapesar a la izquierda jesuita. Eugenio Pacelli conoció las primeras denuncias contra Maciel; lo retuvo tres años en Roma; le prohibió viajar a México; la iglesia impidió investigación alguna; los ofendidos no se atrevieron a hablar, ni el Poder Judicial a sentenciar. Se fraguó una farsa bien disfrazada.

“Juan XXIII rehabilita a Maciel, quien regresa a México como miembro del alto clero católico, con impunidad extraordinaria” —apunta Jean Meyer. Es inusitado en la historia de la Iglesia que alguien haya engañado a tantos, comenzando con los cinco antecesores del papa Benedicto.

Marcial Maciel es un caso extraordinario; aún muerto, significa otro fracaso. Suma su historia a los escándalos por abusos sexuales de 5 mil sacerdotes católicos en Estados Unidos, Irlanda y Alemania; aberraciones que han costado a la iglesia 2 mil millones de dólares en compensaciones.

¿La Santa Sede protegió a Maciel? En 1982, la congregación de Maciel, aportó una suma sustancial para salvar al Vaticano, principal accionista del Banco Ambrosiano, quebrado por la mafia. Se estima que la Legión de Cristo vale 28 mil millones de dólares, producto del binomio educativo e inmobiliario, en 22 naciones. Maciel era intocable.

Joseph Ratzinger se toma el asunto como una batalla personal. A medida que profundizan las investigaciones, emerge el daño que Maciel ha causado a la Iglesia Católica con sus atrocidades. Las opulentas arcas vaticanas están en riesgo; entre compensaciones y decepciones, merman los caudales.

Las vidas ejemplares de los Santos Varones son opacadas por este personaje siniestro, cuya biografía nada tuvo de varonía y sí de sodomía.

Muchos embaucados, ricos y pobres, todos piadosos, rezan por Maciel… piden a Dios que su alma criminal arda en el infierno.

josecardenas@me.com